Apenas un día después del acuerdo para la pacificación del país alcanzado con la Liga Árabe, el régimen sirio ya ha incumplido una de las exigencias más importantes del plan: la retirada de los tanques de las calles de Siria.
Al menos veinte personas murieron ayer a manos de las fuerzas de seguridad por orquestar protestas contra el presidente Bashar al Assad, entre ellos una decena de opositores cayeron bajo el fuego de un carro de combate en el barrio de Bab Amor, en Homs. Otros tantos murieron en otros distritos de la ciudad por disparos de los cuerpos de seguridad, que realizaron además más de ochenta arrestos en toda la provincia. Un testigo aseguró haber visto docenas de cadáveres en el Hospital Nacional de la ciudad, controlado por las autoridades sirias.
El día anterior la violencia se cobró la vida de al menos 34 personas, 15 de ellas soldados regulares abatidos por los desertores del autodenominado Ejército Sirio Libre, según informaron grupos activistas de derechos humanos. Los ataques de este grupo están siendo utilizados por el régimen para justificar su proclama, sostenida desde el principio de las protestas, de que los opositores son «terroristas armados» que han matado a más de mil miembros de las fuerzas de seguridad desde marzo.
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